[ Pobierz całość w formacie PDF ]
.Menahem levantó la cabeza y la miró fijamente.—Indudablemente, en tanto que esa actitud, por despreciable que te parezca, me ayude en mi propósito.Pero, de campesino a campesino, te diré que tal vez no dure para siempre.—¿Por qué no va a durar para siempre? —la voz de Da'ud cortó el aire como una helada hoja de acero.Menahem y Djamila palidecieron, desconcertados ante la presencia de su amo en la casa a esa hora desacostumbrada.—¿Qué es lo que puede «no durar para siempre»? —repitió Da'ud frÃamente.En un arranque de ciega furia, Djamila se dio la vuelta para enfrentarse a él:—La sumisión de la mujer al hombre —le contestó airadamente, con todo el resentimiento que la habÃa estado consumiendo.Brotaban chispas de sus airadas palabras.—¡Ya lo creo! Y ¿ese era el tema de tu conversación con mi secretario? —preguntó Da'ud, distraÃdamente, cogiendo un documento de la mesa de Menahem y examinándolo brevemente.—Ni mucho menos —contestó Djamila, sorprendiendo a Menahem por la firmeza con la que mantenÃa su opinión frente a la aterradora impasibilidad de su marido—.Estaba hablando con él de una petición especial, hecha por las hermanas bar Simha, de que el legado benéfico cedido por su difunto padre, de bendita memoria, se use para la construcción de una nueva ala para el orfelinato de niñas de la comunidad.Menahem me dijo que no es costumbre que las mujeres manifiesten sus deseos en asuntos asà y, cuando protesté, él simplemente comentó que tal situación podrÃa no durar eternamente.—Y a ti, sin duda alguna, te gustarÃa que cambiara ahora mismo, ¿no es asÃ? —continuó Da'ud, dándole a su voz un tono frÃo y cortante.Djamila siguió hablando precipitadamente, como un caballo en fuga, incapaz de controlar la fuerza de su rebeldÃa:—Creo que si a las niñas se les diera una educación elemental semejante a la que disfrutan sus hermanos, estarÃan en mejor posición para comprender las realidades de la vida más allá de los confines de su hogar y podrÃan exponer sus propias opiniones.—¿Y tú te has concedido el papel de expresar las «opiniones» de tus Ãntimas amigas?—Me gustarÃa simplemente que se otorgara a sus deseos, dignos de por sÃ, una consideración favorable.—Puesto que eres tú quien ha obrado en su nombre, tendrÃa una repercusión desfavorable para el honor de nuestra casa el que yo fuera tan descortés como para negarme a hacerlo —replicó Da'ud sin un instante de vacilación, neutralizándola por completo—.Pero, aun asÃ, sus maridos deben presentar ante mà una petición formal en nombre de sus esposas.Pero que quede bien claro para todo aquel a quien esto atañe: en modo alguno se debe considerar mi actitud, en este caso, como un precedente.Te prohÃbo terminantemente que tomes iniciativas semejantes en el futuro.He tolerado tu amistad con esas mujeres muy en contra de mi criterio.No abuses de mi paciencia.Y dicho esto, se giró bruscamente sobre sus talones, llamó a Hai, que estaba en el jardÃn jugando con Amira y sus nuevas canicas de colores, y se lo llevó con él a visitar el lugar donde estaban construyendo el nuevo hospital.Fue Sari la que continuó el juego con Amira, donde Hai lo habÃa dejado.Djamila se volvió para mirar a Menahem, radiante de triunfo.—Como acabas de ver, la sumisión no siempre gana la partida.—Yo no me regocijarÃa tan pronto —contestó él mordazmente—.Tu marido es un hombre astuto y decidido.No en vano ha mantenido su posición privilegiada durante todos estos años.Le he observado a menudo echarse momentáneamente hacia atrás para dar un salto más largo hacia adelante en una ocasión más propicia.No digo esto para privarte del placer de tu triunfo, sino para precaverte contra tu impetuosidad.—Dejando a un lado sus papeles, la miró con más detenimiento.Sus ojos se iluminaron con una luz que no conocÃan y hubo un toque de ternura en su voz cuando le dijo—: Gracias por haber ocultado, en mi favor, el contenido exacto de nuestra conversación.Admiro tu coraje, pero para que sea eficaz, debes suavizarlo con más sutileza.—De campesina a campesino, he de decir que hablas con prudencia —reconoció Djamila con franqueza—.Tu consejo es bueno.¿Puedo hacer uso de él en el futuro, si lo necesito?—Con mucho gusto, pero en circunstancias más discretas que éstas.—Seré precavida —contestó Djamila con inusitada humildad, al darse la vuelta para marcharse.Él la siguió con los ojos, admirando el contoneo de sus anchas caderas, la altivez con que mantenÃa erguidos los hombros
[ Pobierz całość w formacie PDF ]