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.Al final mantuve la boca cerrada, esperando que se olvidara de mi supuesto talento como flautista.Me explicó que cada clase duraba cuarenta minutos.HabÃa un recreo de diez minutos a las once; cincuenta minutos para almorzar a la una y diez; las clases terminaban a las cuatro.–Las retenciones, de cuatro y media a seis -me informó-, pero espero que, en tu caso, no sean necesarias, ¿eh?–Espero que no, señor -respondà dócilmente.La visita concluyó con el regreso a su oficina, donde me entregó mi horario.Era una lista espantosa: Lengua[*], Historia, GeografÃa, Ciencias, Matemáticas, Dibujo Técnico, dos idiomas modernos, e Informática.Y doble dosis de Educación FÃsica los miércoles.TenÃa tres clases libres, una los lunes, otra los martes y otra los jueves.Mr.Chivers dijo que podÃan dedicarse a las actividades extra-escolares, como Música u otras lenguas, o a estudiar.Volvió a estrecharme la mano, deseándome la mejor de las suertes y diciéndome que lo llamara si me encontraba en alguna dificultad.Tras advertirme que no rompiera ninguna ventana ni les causara quebraderos de cabeza a los profesores, me acompañó hasta el pasillo, y allà me dejó.Eran las diez menos veinte.Sonó una campana.Era la hora de mi primera clase del dÃa: GeografÃa.La clase transcurrió bastante bien.Me habÃa pasado los seis últimos años estudiando mapas minuciosamente y manteniéndome informado sobre el desarrollo de la Guerra de las Cicatrices, asà que tenÃa una mejor noción de la forma del mundo que la mayorÃa de mis compañeros de clase.Pero no sabÃa nada sobre GeografÃa humana (gran parte de la clase giraba en torno a la economÃa y la cultura, y el modo en que los seres humanos daban forma a su entorno), y me sentÃa perdido cada vez que la charla se desviaba de las cordilleras y los rÃos a los sistemas polÃticos y las estadÃsticas de población.Pese a mi limitado conocimiento de los seres humanos, la GeografÃa fue un comienzo tan sencillo como habrÃa podido desear.El profesor era amable, podÃa seguir el hilo de la mayorÃa de las cosas que explicaba, y pensé que podrÃa alcanzar el mismo nivel que el resto de la clase en unas cuantas semanas.Las Matemáticas, que era lo que venÃa a continuación, eran un asunto completamente distinto.Después de cinco minutos ya sabÃa que tendrÃa problemas.Yo sólo habÃa estudiado Matemáticas básicas en la escuela, y habÃa olvidado la mayor parte de lo poco que habÃa aprendido.SabÃa dividir y multiplicar, pero hasta ahà llegaban mis conocimientos… los cuales, como enseguida descubrÃ, no eran suficientes.–¿Quieres decir que nunca has hecho álgebra? – exclamó mi profesor, un hombre feroz llamado Mr.Smarts-.¡Claro que la has hecho! ¡No me tomes por idiota, muchacho! ¡Ya sé que eres nuevo, pero no creas que eso te va a librar! Abre el libro por la página dieciséis y haz el primer grupo de problemas.Recogeré tu trabajo al salir de clase y veré en dónde te encuentras.Donde yo me encontraba era fuera, al margen de todo, a cientos de kilómetros de distancia.¡Ni siquiera podÃa leer los problemas de la página dieciséis, y mucho menos solucionarlos! Busqué en las páginas anteriores, intentando copiar los ejemplos, pero no tenÃa ni idea de lo que estaba haciendo.Cuando Mr.Smarts recogió mi tarea diciendo que la revisarÃa durante el recreo y que me la devolverÃa esa tarde en la clase de Ciencias (que también tenÃa con él), me encontraba demasiado abatido para darle las gracias por su prontitud.El recreo no fue mejor.Me pasé los diez minutos vagando solo, con todas las miradas del patio clavadas en mÃ.Intenté trabar amistad con algunas de las personas a las que habÃa visto en mis dos primeras clases, pero no querÃan tener nada que ver conmigo.Mi aspecto, mi olor y mi forma de actuar les resultaban raros, y habÃa algo en mà que no les encajaba.Los profesores aún no me habÃan calado, pero los chicos sÃ.SabÃan que yo no pertenecÃa allÃ.Aunque mis compañeros de estudios hubieran intentado hacerme sentir bienvenido, me habrÃa costado adaptarme.No sabÃa nada de las pelÃculas y los programas de televisión de los que ellos hablaban, ni de estrellas de rock ni estilos de música, ni de libros ni comics.Su forma de hablar también era extraña: gran parte de su jerga era incomprensible para mÃ.TenÃa Historia después del recreo.SolÃa ser una de mis asignaturas favoritas, pero este programa de estudios era mucho más avanzado de lo que habÃa sido el mÃo.La clase se centró en la Segunda Guerra Mundial, que habÃa estado estudiando durante mis últimos meses como ser humano.Entonces sólo habÃa tenido que aprenderme los principales eventos de la guerra y los lÃderes de los diversos paÃses.Pero de un chico de quince años, que en teorÃa habÃa avanzado con el sistema, se esperaba que conociera de cabo a rabo las batallas, los nombres de los generales, la gran repercusión de la guerra en la sociedad, y todo eso.Le expliqué a mi profesora que nos habÃamos centrado en Historia Antigua en mi antiguo colegio, y me felicité a mà mismo por haber dado una respuesta tan inteligente… pero entonces ella dijo que habÃa una pequeña clase de Historia Antigua en Mahler, y que lo primero que harÃa al dÃa siguiente serÃa trasladarme allÃ.¡Ay, ay, ay, ay, ay!La siguiente clase era Lengua
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